El etano es un hidrocarburo alifático alcano que tiene dos átomos de carbono. Su fórmula química es C2H6. En condiciones normales es gaseoso y actúa como un excelente combustible. Su punto de ebullición se encuentra a los -88 °C. Esta sustancia es un excelente combustible y se emplea en la obtención de gasolina.
¿Para qué sirve?
El etano se emplea en la fabricación de compuestos intermedios en la síntesis orgánica. Un ejemplo de ello es la producción de cloruro de etileno por cloración. Si se mezcla con la gasolina puede incrementar su octanaje.
El etano es un excelente combustible automotriz y su forma de anhidro cuenta con un poder calorífico inferior 21,2 y superior de 23,4 MJ/L lo que supera los 30,1 y 34,9 MJ/L de gasolina común.
Hasta el año 1988, los avances sobre el etano fueron realizados por la industria automovilística para sistemas carburados, ahora, se emplea en los motores con sistemas de inyección electrónica.
Este líquido es altamente toxico, puede causar desde náuseas y vómitos hasta hemorragias internas, puede incrementar la frecuencia cardiaca y respiratoria, causar dolor de cabeza, confusión y paro cardiaco.
Es un líquido criogénico, por lo que provoca daños en la piel si entramos en contacto con el ante una fuga.
Importancia
Este gas, al mezclarse con el aire, forma mezclas explosivas, es altamente inflamable. A pesar de su peligrosidad, es absolutamente importante en su aplicación para la fabricación de combustibles, sobre todo, gasolina de elevado octanaje.
La petroquímica del etano también permite la producción de diversos insumos industriales, sobre todo, aquellos relacionados con el plástico.
Su combustión es menor a la de la gasolina, lo que reduce la posibilidad de incendios en los vehículos. Esto lo convierte en un poderoso combustible con un mayor octanaje que la gasolina e incluso, mucho más seguro.